viernes, 13 de febrero de 2009

La República de Monsanto

Si bien la soja tradicional (no transgénica) venía expandiéndose en forma continuada desde mediados de los sesenta, es a partir de 1994 con la autorización por la autoridad agropecuaria (Cavallo-Solá) del cultivo de la Soja RR (soja transgénica con agregado de genes para Resistencia al herbicida Round-up), que el cultivo de soja crece exponencialmente llegando a ocupar más de la mitad de la producción total de 'granos' argentinos.

Inicialmente la multinacional Monsanto (la empresa norteamericana que desarrollara el 2-4-5-T, el famoso Agente Naranja, durante la guerra de Viet Nam -un poderoso arboricida) permitía la libre reproducción de semilla de soja transgénica a los productores de un año para otro, pues parecía que su negocio era la venta del herbicida Round-up, imprescindible para el sistema de siembra de la misma. Sin embargo en una clara maniobra monopólica cuando el cultivo estuvo lo suficientemente extendido, la desaparición de las semillas de los cultivos de reemplazo avanzada y la dependencia del productor era total, Monsanto patentó la soja RR obligando a los productores a comprar semilla año tras año. Una reciente resolución de la Secretaría de Agricultura, del actual gobierno, acaba de refrendar dicha obligación para los productores, impidiendo la libre reproducción y siembra de la soja RR y demás cultivos transgénicos.

Monsanto no sólo inundó de soja transgénica a la Pampa Húmeda y demás rincones agrícolas o potencialmente agrícolas de nuestro país, también la introdujo de contrabando -con la complicidad del gobierno de Carlos Menem- en el Sur de Brasil, donde su cultivo estaba prohibido, haciendo que la misma se extendiera en forma vertiginosa por todo el estado de Río Grande do Sul.

Contradiciendo lo que había prometido durante la campaña electoral, Lula Da Silva acaba de legalizar el cultivo de soja RR en Brasil, 'ante el hecho consumado de su penetración desde la Argentina'. Exactamente lo que Monsanto buscó desde el principio: que la Argentina y Brasil -el principal productor de soja del mundo- fueran colonizados por su soja RR. A partir de esta resolución del Presidente Lula, el Matto Grosso y la Amazonia tienen los días contados.

La soja y la desertificación de los suelos argentinos Si bien la transgenia es un grave problema en sí, lo más grave del cultivo de la soja RR, es su sistema de cultivo y la poco conocida acción del monocultivo continuado de soja sobre la fertilidad y la estructura de los suelos donde se la cultiva.

El sistema de cultivo de la sojaRR, el cual la hace 'tan rentable' en los términos de agricultura minera e inmediatista a que son tan afines las voces oficiales del establishment agronómico, tales como Clarín Rural, La Nación Rural, la SRA, la Chacra, APRESID, los Grobokopatel, la FAUNBA y demás voces oficiosas agropecuarias, se basa en su resistencia al herbicida Round-up (Glifosato). Esto permite que la soja RR pueda crecer bajo las pulverizaciones de Round-up, de tal forma que esta soja es implantada mediante un sistema denominado siembra directa. Es decir no se rotura el suelo, sino que sobre los rastrojos del cultivo anterior, previa aplicación de herbicida, se siembra soja RR, mediante un equipo de siembra de alta potencia apto para sembrar sin roturar. A posteriori se aplica Round-up más los plaguicidas necesarios en sucesivas aplicaciones mediante fumigaciones aéreas o con equipos especiales.

Cuando se iniciara este sistema de cultivo, sus defensores destacaban el no laboreo del suelo, el menor uso de agroquímicos y de costo de labores que implicaba como grandes beneficios.

Pasados ya casi diez la situación ha producido una desertificación biológica de los suelos argentinos y a vistas de la reciente inundación inusitada de la cuenca del Río Salado en Santa Fe, parecería que se está desarrollando un inmenso proceso de devastación, erosión y desertificación estructural de los suelos sometidos al sistema de siembra directa y cultivo de soja RR. (5)(6)

La no roturación del suelo, que pudo ser vista en un principio como una práctica benéfica, terminó -en el marco de este sistema y del ecosistema de los suelos que afecta- produciendo compactación, acumulación excesiva de residuos orgánicos que no pueden ser mineralizados, disminución de la temperatura del suelo (lo cual trae aparejado la disminución de la fijación de nitrógeno por la soja y por ende la necesidad de fertilizarla con Nitrógeno). También produce modificaciones en la microflora y microfauna del suelo (el uso continuo de herbicida destruye la vida bacteriana del suelo permitiendo la proliferación de hongos que modifican la química de la mineralización de la materia orgánica, destruyendo la fertilidad natural de nuestros suelos). La macrofauna del ecosistema de cultivo es brutalmente afectado por este sistema de contaminación química continua del suelo:

las gaviotas y otras aves desaparecen por la ausencia de roturación, lo mismo que las liebres por envenenamiento y ausencia de rastrojo verde, las perdices ponen huevos estériles, las lombrices (de fundamental acción benéfica para el suelo) son destruidas por el uso masivo de agroquímicos, habiéndose observado efectos dañinos hasta en ñandúes y siendo de público conocimiento la desaparición masiva de pájaros, cuises, mariposas y otros integrantes habituales del ecosistema en los lugares de aplicación masiva de este sistema de destrucción de los componentes del ecosistema y su transformación en un sustento inerte de una producción minera semiindustrial. Este sistema devasta la biodiversidad del ecosistema agrícola.

Pero el uso continuado de herbicidas e insecticidas, produce también la aparición de súper-malezas resistentes a dicho herbicida, lo cual obliga a aumentar las dosis del mismo y cuando esto ya no es posible, a utilizar otros herbicidas como 2-4-D, Atrazina, Paraquat, Diquat y otros productos, los cuales son mayoritariamente cancerígenos, altamente tóxicos y contaminantes del suelo y las napas de agua. (3)(4)(5)

El sistema de producción en la Argentina está tan fuera de control que las pulverizaciones aéreas con estos productos de altísima peligrosidad -la mayoría de ellos prohibidos (o fuertemente restringidos) en sus países de origen- han destruido los cultivos hortícolas, los cinturones verdes que rodeaban ciudades y pueblos, las producciones apícolas, los montes frutales y forestales, produciendo pueblos fantasmas, la emigración masiva de pequeños productores a las villas de emergencia de las grandes ciudades y una inaudita concentración de la tierra.

Se ha llegado a extremos como Ituzaingó en la Ciudad de Córdoba, donde las fumigaciones han producido casi sesenta casos de cáncer en niños y mujeres, encontrándose restos de agrotóxicos en análisis químicos de los tanques de agua de las viviendas y graves afecciones alérgicas y pulmonares en los niños, los días que los aviones fumigan los agrotóxicos literalmente sobre ellos. Este sistema de producción es el que está generando una agricultura sin agricultores, basado en un suelo sin suelo, desde el punto de vista biológico.

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