viernes, 13 de febrero de 2009

La soja destruye empleo y producción

Cada 500 hectáreas de soja RR genera un solo puesto de trabajo, destruyendo 9 de cada 10 empleos efectivos. La razón es que el tiempo de labranza de la soja transgénica es de 40 minutos/hombre/Ha, contra 180 del sistema tradicional. En cambio 100 hectáreas destinadas a la agricultura familiar producen 35 puestos reales, sin contaminación. Esta bajísima demanda laboral explica que hoy los trabajadores rurales apenas lleguen a 1,3 millón, con el agravante de que sólo un tercio trabaja en blanco.


La sojización también destruye la pequeña producción. Ante los márgenes de ganancia de la soja RR y sin intervención estatal que cambie la ecuación –el “mercado” jamás lo hará– dejan de ser viables la huerta, el monte frutal, la apicultura, la ganadería, el monte artificial, la producción lechera, porcina o apícola. Algunas por competencia, otras simplemente por cercanía a los vuelos u aplicaciones terrestres de glifosato que por ser un herbicida total destruye todo tipo de plantaciones.

Tampoco es rentable la soja RR para superficies menores de 300, 350 y hasta 500 has según la región, por lo cual los pequeños y medianos agricultores deben arrendar o vender sus campos. Esto ya produjo la desaparición de casi 180.000 productores entre 1990 y 2002.

Por último, la sojización ha arrasado el monte nativo, hasta prácticamente su eliminación total. En América latina se han perdido 21 millones de hectáreas de bosque, de los cuales 14 millones corresponden a la Argentina. Todo ello para producir riqueza para un sector minúsculo de la población: 80.000 productores sojeros, sobre 330.000 productores agrarios y 40 millones de argentinos.

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